¿La Biblia relata la historia “como sucedió realmente”?
autor: Nicola Denzey Lewis
Traducción: Ruth Iliana Cohan (Asociación Bíblica Argentina)
Entre los escritos antiguos, la Biblia es única en que muchos lectores modernos afirman que narra relatos verdaderos y precisos de acontecimientos históricos. A otras obras antiguas, por ejemplo, la Ilíada de Homero, las sometemos a estándares diferentes. Aunque la Ilíada se basa en hechos reales, la mayoría de las personas reconocen que muchos de sus elementos son ficticios. Nos sentimos cómodos al ver la Ilíada como ficción, pues, aunque es un texto fundacional no es sagrada escritura. Al mismo tiempo, ver la Biblia como escritura ha significado, especialmente hoy en día, que muchos tiendan a verla como algo que debe automáticamente ser verdadero y preciso. Muchos también tienden a verla como una especie de libro de historia.
Hay ciertamente muchos tipos diferentes de escritura histórica en la Biblia. Encontramos la narrativa histórica convencional, pero también cosas como listas de reyes y sumos sacerdotes, crónicas y genealogías. Cada uno de estos tipos de escritos históricos tiene un modo diferente de ser exacto o verdadero. Hay también buenas razones por las cuales estos escritos podrían no ser objetivamente exactos, no obstante, esto no es necesariamente un motivo para rechazar completamente la autoridad de la Biblia. Y también hay otras formas de ver la Biblia fuera de como un libro de historia. Ella contiene también poesías, oraciones e himnos, y este tipo de escritos no son menos importantes en la forma de pensar la Biblia como un texto sagrado.
Entonces, ¿qué implica escribir una historia verdadera y exacta? La mayoría de las personas (comenzando por Heródoto en el siglo V a. e. c.) dirían que escribir la historia implica escribir los hechos “tal como sucedieron”. Sin embargo, los hechos son algo engañoso. Algunos de los datos históricos presentados como “hechos” en la Biblia no pueden ser verificados, porque no tenemos una fuente de comprobación diferente ni verificadores de hechos antiguos. Del mismo modo, no podemos comprobar que Jesús realizó milagros, o que él es el Hijo de Dios; estas son ideas teológicas, no declaraciones históricas. Necesitamos hacer nuestros propios juicios acerca de la veracidad histórica de un texto. Sin embargo, de tanto en tanto tenemos la suerte de encontrar fragmentos de algún texto extrabíblico o instrumentos que respaldan o corroboran la información bíblica. Por ejemplo, sabemos que las figuras bíblicas como el rey Ezequías, Nabucodonosor II y el rey Herodes (por nombrar solo tres) existieron ya que existen fuentes extrabíblicas que lo confirman. De hecho, el campo de la arqueología bíblica se desarrolló originalmente como una forma de confirmar la veracidad de la Biblia al investigar las evidencias arqueológicas de personajes y eventos bíblicos. Pero estos arqueólogos han tenido poco éxito en comprobar la historicidad de los grandes eventos, como la gran inundación descrita en el Génesis, y cada vez más la arqueología bíblica se interesa por descubrir detalles de la vida social y cultural de los pueblos bíblicos, en lugar de demostrar que la Biblia es históricamente exacta.
A pesar de la nueva orientación de la arqueología bíblica, algunos cristianos fundamentalistas insisten en que la Biblia es históricamente verídica, aun cuando sus hechos no pueden ser probados. Para ellos, muchos de los pequeños pero exactos detalles históricos de la Biblia deberían acrecentar nuestra confianza en que los eventos mayores, pero no verificables, también sean exactos. Según este punto de vista, estos intérpretes suponen que el relato de la inundación debe ser cierto porque la Biblia es infalible, y porque cita correctamente innumerables pequeños detalles que son históricamente exactos. Por ejemplo, en Juan 4:11 Jesús se detiene en el pozo de Jacob en Samaría, en donde habla con una lugareña. Ella le dice que el pozo es muy profundo y, de hecho, los arqueólogos bíblicos han confirmado que ese pozo es realmente muy profundo. Pueden todavía visitarlo para comprobarlo por sí mismos. Los literalistas piensan que la exactitud en un detalle histórico menor debe significar, por lo tanto, que todos los eventos bíblicos son exactos.
Sin embargo, otros han argumentado que no debería sorprendernos encontrar estos tipos de detalles históricos, ya que fueron escritos por personas familiarizadas con las regiones geográficas que aparecen en la narración bíblica, personas que, además, recordaban bien el reinado de los gobernantes del régimen herodiano o de Nabucodonosor, y personas que probablemente también visitaron el pozo de Jacob. De todos modos, esto no prueba que la Biblia sea históricamente exacta como regla general, no más que decir que la Ilíada de Homero sea objetivamente factual al decir que Aquiles era hijo de un dios sólo porque detalla correctamente la geografía de Troya. O, para ser más provocativos, no debería sorprendernos que la serie de libros de Harry Potter incluya correctamente ciertos detalles de la vida británica (por ejemplo, la afición por el té), después de todo fue escrita por una autora británica. Estaríamos cometiendo un error al llamarlo históricamente exacto solo porque contiene detalles factualmente correctos.
Para ser sinceros, a veces la Biblia trae datos históricamente correctos y otras veces no. Por ejemplo, el autor del Evangelio de Lucas nos dice que, aunque no estuvo presente durante la vida de Jesús, ha obtenido su información de testigos oculares y que ha investigado para escribirla con exactitud (Lc 1:1-4). Aun así hay inexactitudes en su relato sobre el nacimiento de Jesús. Lucas nos dice que en ese momento Herodes el Grande todavía estaba vivo (Lc 1:5) y que César Augusto ordenó un censo mientras Quirino era delegado en Siria (Lc 2:1-2). Herodes el Grande todavía existía en la época de César Augusto, y en verdad hubo un comisionado en Siria llamado Quirino. Pero aquí nos encontramos con problemas: Herodes murió alrededor del año 5 a.e.c. mientras Quirino no fue legado de Siria hasta el año 5 e.c., unos 10 años después. Si Jesús hubiera nacido cuando Herodes todavía estaba vivo, como dice Lucas, esto habría sido una década antes del censo de Quirino. Sin embargo, si Lucas tiene razón en que José y María regresaron a su tierra ancestral debido al censo, María no podría haber estado embarazada de Jesús. En cualquier caso, no podemos decir que Lucas estaba escribiendo una historia exacta. Bien podría haber pensado que lo era y que tenía las fechas correctas. O bien, podría ser que Lucas escribió intencionalmente algo parecido a una historia exacta, pero esa precisión no era tan importante como el mensaje que estaba tratando de transmitir: que el nacimiento de Jesús fue tanto histórica como teológicamente significativo.
Los escritores antiguos como Lucas, ¿buscaron escribir la historia tal como sucedió? Probablemente no. El objetivo de muchos escritores de la Biblia, quizás de la mayoría, era fortalecer la fe de las personas. Esto no lo mismo que es escribir un relato de los hechos. Cualquier escrito tiene un punto de vista particular, un ángulo en particular que el autor quiere afirmar a su audiencia. En el caso del Nuevo Testamento, los evangelistas no tenían la intención de escribir una historia objetiva sino ofrecer pruebas de que Jesús era el Hijo de Dios. Es por este motivo que cada uno de los cuatro Evangelios produce un retrato único de Jesús, ligeramente diferente en sus detalles históricos. La Biblia puede ser significativa incluso sin la necesidad de que sea históricamente veraz y exacta. Las diversas historias de la Biblia fueron reunidas para reflejar y construir la fe de una comunidad, algo que hace tan bien, que todavía sigue siendo un documento poderoso para millones de personas hoy.